PUEBLOS BLANCOS PARA VER EN UN DÍA
Qué decir de Frigiliana, luz de la comarca malagueña de la Axarquía, uno de esos pueblos blancos más bonitos de España para ver en un día, desde cuyo Barribarto pueden observarse en sus empinadas y coloridas calles la mezcla de las culturas árabe, judía y cristiana desde tiempos remotos.
Un paseo por su casco histórico, comenzando desde el Palacio de los Condes de Frigiliana, que actualmente alberga la única fábrica de miel de caña en toda Europa, permite contemplar con asombro el frescor y felicidad que rebosan sus callejuelas.
El recorrido por sus calles, salpicadas de casitas encaladas con multitud de plantas que cuelgan de las fachadas puede hacerse, en el mejor de los casos, en unas dos horas, con tranquilidad.
La villa de Frigiliana, situada a tan solo ocho kilómetros de Nerja y a unos cincuenta minutos de Málaga capital, celebra cada final de agosto un evento, el Festival de las Tres Culturas, que conmemora la unión de los pueblos árabe, cristiano y judío.
Priego, en la Subbética cordobesa, es uno de esos pueblos de pasado medieval musulmán cuyo Barrio de la Villa puede decirse que es la hermana pequeña de la Judería de Córdoba o el Albaicín granadino.
El Barrio de la Villa, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1972, está formado por blancas y estrechas calles, que componen una armonía y belleza sustentadas por la cantidad de flores y paredes blancas que miran al balcón del Adarve.
Y es ese balcón natural de unos 55 metros de altura el que ha constituido durante siglos que Priego de Córdoba fuera inexpugnable ante las invasiones.
Destacan también Fuente del Rey, construida en 1803 para aprovechar las aguas que manan de un manantial; sus numerosas iglesias, su castillo o la casa natal de Niceto Alcalá Zamora, primer presidente de la II República Española.
En el mismo Parque Natural de la Sierra de Grazalema, encontramos el pueblo de Zahara de la Sierra, sobre la sierra del Jaral, siendo este otro de las localidades que componen la llamada Ruta de los Pueblos Blancos gaditanos, y que por supesto destacamos en esta lista.
Quizá lo más impresionante de ver sea la imponente torre del homenaje de su ya desaparecido castillo, que se alza en una colina a 605 metros sobre el nivel del mar y desde el cual se puede divisar todo el pueblo a sus pies y el estupendo entorno natural de la Sierra de Grazalema.
Cabe destacar su gastronomía, con sus gachas, tortillas y guisos de espárragos, tagarninas o acelgas con garbanzos; así como sus trabajos de artesanía, entre los que se encuentran la cestería casera. En las tiendas de Zahara encontraremos canastos hechos con olivo, caña y esparto.
La visita a este bonito pueblo se puede completar disfrutando de las vistas panorámicas desde el embalse Zahara-El Gastor, cuya zona ofrece al mismo tiempo muchas opciones para la práctica de actividades deportivas. Incluso hay una playa interior, Arroyomolinos.
El monumental pueblo malagueño de Ronda continua esta lista de pueblos blancos para ver en un día, sin orden de importancia ni bonicitud, en la que no podía faltar esta joya arquitectónica que mira siempre a su Tajo.
No hay que perderse esta vista, por supuesto, desde el Puente Nuevo hacia el horizonte; ni tampoco su Puente Viejo, de la época árabe. O pasear por sus calles hasta llegar al barrio de San Francisco, donde se pueden ver la Puerta de Almocábar y visitar los baños árabes.
En la parte más reciente de la ciudad, donde se encuentra el Parador de Turismo, destaca también la plaza de toros, de la que fueron testigos el escritor Ernest Hemingway y el director Orson Welles, cuyas cenizas reposan en Ronda.
La visita a los jardines del parque de la Alameda son también visita obligada, así como a las iglesias del Socorro, Santa Cecilia o La Merced.
En esta web de Turismo de Ronda encontraréis visitas guiadas, experiencias y diversas actividades para completar vuestra visita.
No podía faltar en esta lista Cazorla, conocido pueblo de Jaén, enclavado en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, y que conforma el espacio protegido más grande de todo el país, y el segundo en Europa. Además, fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
El pueblo de Cazorla tiene la sierra a sus espaldas, y el Castillo de la Yedra se alza majestuoso desde donde el cual se pueden apreciar unas bonitas vistas de la zona. Sus calles, blancas y cuidadas, son también algo empinadas y estrechas, lo que le dotan de un atractivo singular.
Y, por supuesto, el mismo Parque Natural ofrece multitud de rutas de senderismo en las que perderse y disfrutar de la naturaleza: montañas y valles con gran relevancia hidrológica y botánica. Quizá conviene reservar un fin de semana (aunque el pueblo en sí se puede visitar en un día) si vais con la intención de hacer alguna ruta.
Conil de la Frontera, el primero de nuestros pueblos blancos preferidos de Andalucía que vive hacia el mar, mantiene un gran carácter turístico, pero guarda la esencia y el encanto de cualquier otra villa marinera. No obstante, sus estrechas callejuelas de pasado andalusí siempre desembocan en una visión directa al océano Atlántico.
Este pueblo es uno de esos destinos preferidos para el turista de sol y playa, y una de los lugares con más ambiente de la zona. Pero no solo de la marcha vive Conil: hay que probar su exquisito morrillo de atún, el cazón en adobo, los calamares rellenos o los chocos con patata, claves de la gastronomía local.
En relación a los monumentos, debéis visitar la iglesia de Santa Catalina, en la plaza del Castillo, y la casa consistorial, así como el hospital de la Misericordia, la ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno o el centro de interpretación del atún y la almadraba, La Chanca.
De Grazalema podemos decir que es uno de esos pueblos en los que la naturaleza, el enclave donde se sitúa, se disfruta muchísimo. Este pueblo andaluz de la sierra de Cádiz es uno de esos de los que más llueve en todo el país, y buena cuenta de ello es el verde y exhuberante territorio en el que se halla.
Destacan, sobre todo, las rutas de senderismo que podemos hacer por los alrededores de Grazalema, entre ellas, la de la Garganta Verde, la de los Llanos del Endrinal, el Pinsapar, el Majaceite y, especialmente, la subida al Torreón, un monumental pico de 1.648 metros desde el cual se puede observar toda la sierra de Cádiz.
Y siendo uno de los pueblos con más lluvias durante el año, no puede uno no nombrar sus numerosas fuentes repartidas por todo su casco histórico, en las que el senderista puede tomar fuerzas para su ruta, o la presa del Fresnillo, rodeada de pequeños picos, para hacer unas llamativas fotos espejo con las cuales dar algo de envidia en Instagram.
Por cierto, no os vayáis sin probar los dulces típicos como los amarguillos o los bollos de almendra, la sopa de ajo y la carne de caza.
Ya en la subida a las Alpujarras granadinas, antes de llegar a Bubión y Capileira, vemos Pampaneira asomando en el ascenso a Sierra Nevada por el barranco de Poqueira. Sus callejuelas de pasado musulmán y casas blancas fueron declaradas Conjunto Histórico – Artístico en 1982, mientras que los centros históricos de estas tres poblaciones obtuvieron la denominación de Bien de Interés Cultural (BIC).
Sus terraos (los tejados planos de las casas blancas de Pampaneira) tienen un origen beréber, y en ellos se pueden ver desde que comienza nuestro ascenso al pueblo las curiosas chimeneas.
Pampaneira, uno de esos pueblos blancos más bonitos de la Alpujarra, está a escasa distancia de la capital granadina y de las cumbres del Mulhacén y del Veleta. El agua del río Poqueira discurre por su valle hasta llegar a las acequias de las calles de esta pequeña villa, recorriendo sus callejones y conformando preciosas estampas. Por cierto, no podéis abandonar el pueblo sin probar las buenísimas migas.
Sin duda nos quedamos maravillados con Vejer de la Frontera, pueblo blanco que fue Premio Nacional de Embellecimiento (1978), y declarado Conjunto Histórico Artístico (1976), y cuya ciudad está situada sobre un cerro de gran pendiente, desde el cual podemos hacer unas estupendas panorámicas.
Destacan los Arcos de las Monjas y la Plaza de España para tomar algunas fotografías, pero también su paseo por la zona de la muralla, el propio castillo, la iglesia del Divino Salvador y, sobre todo, podremos disfrutar de su artesanía local y de su gastronomía gaditana, con sus tortas vejeriegas o su buena manteca colorá.
Vejer de la Frontera goza de una franja costera cercana al pueblo que consta de siete kilómetros de playas, y que contrastan con las marismas, bosques y montañas cercanas. Los núcleos poblacionales de El Palmar o La Oliva dan buena cuenta de ello.
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